Isaac volvió a revisar
el reloj, se había vuelto una manía en él, tan solo pasaron unos minutos desde
la ultima vez que lo reviso, eran las tres de la mañana, ¡Ya era una hora
menos!, eso lo hizo entrar en pánico, el tiempo se convirtió en su enemigo,
pues tan solo faltaban 40 horas para su ejecución y aun no estaba listo para
morir, necesitaba ganar horas de vida pero ¿Como? Se pregunto, ya había apelado
antes sin ningún resultado, su única opción era ella, si ella la dulce abogada
que creía en el, su único problema era la psiquiatra que afirmaba que estaba
loco, pero Isaac no lo aceptaba, ¿Y porque hacerlo?, él no la mato, Suzette
había muerto por amor, su único pecado había sido no amarla, por eso se dijo
“Tienes que tranquilizarte, su muerte no fue culpa tuya, puedes demostrarlo, no
estas loco, aun hay tiempo”.
Solo había una cosa
que estaba olvidando Isaac, el diario de Suzette era la prueba más importante
que tenían contra él, en ese diario estaba una versión completamente diferente
a la que él decía.